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Una historia de amor de Hollywood consigo mismo se convirtió este domingo en la favorita oficial de la temporada de premios de la industria con un triunfo sin precedentes en los Globos de Oro. La La Land, una comedia musical que celebra en tono optimista todo lo que el cine piensa de sí mismo y de Los Ángeles, la ciudad en la que vive, ganó los siete premios a los que estaba nominada, un récord en los 74 años de historia de estos galardones. Este año, el cine baila con Ryan Gosling y Emma Stone, sin complejos.

El número inicial del show, celebrado este domingo en el hotel Beverly Hilton de Los Ángeles, simulaba un atasco de coches con todas las estrellas esperando a llegar a la gala. De pronto se bajan de los coches y empiezan a cantar. La escena inicial de La La Land ya tiene ese estatus de ser tan reconocible que permite este tipo de homenajes. Sin haber ganado nada, ya hubiera sido suficiente reconocimiento de que es la película que más ha enternecido a Hollywood este año, o al menos así lo ha percibido la Asociación de la Prensa Extranjera de Hollywood, que otorga estos premios.

Otra cosa es que sea capaz de enfrentarse a los grandes dramas en los Oscar dentro de un mes. El hecho de que Damien Chazelle ganara en la categoría de director y guion, las dos compartidas por comedias y dramas en los Globos de Oro, puede ser una pista de que La La Land es capaz de trascender su categoría. Pero ya no admite discusión que es la niña bonita de esta temporada en Hollywood, entre aquellos que no solo votan los premios sino que reconocen todos los rincones donde se ha rodado.

El triunfo de La La Land se inició con su canción principal, City of stars, de Justin Hurwitz (que también recogió el premio a la banda sonora), que fue premiada por delante de un exitazo como Can’t stop the feeling de Justin Timberlake. Siguió con el premio para Ryan Gosling. Para cuando el director, Damien Chazelle, se impuso en su categoría, y Emma Stone ganó en la suya, estaba claro que la noche se trataba no solo de dar premios, sino de homenajear la película de Chazelle en todas las formas posibles. El director, de 31 años, es además el más joven en recoger este premio.

La competencia real este año estaba en la categoría de drama. Moonlight, la emocionante película de Barry Jenkins sobre la infancia y juventud de un hombre negro en un barrio marginal de Miami en los ochenta, se llevó el premio por delante de la otra favorita, Manchester frente al mar. Fue el único galardón que tuvo esta enorme película pequeña, que se basa en la propia experiencia del director, Barry Jenkins, y el guionista, Tarell Alvin McCraney. Ambos vivieron infancias en Miami muy parecidas a la del protagonista, con madres adictas en medio de la epidemia de crack que arrasó las comunidades pobres y negras de la ciudad.

Casey Affleck, con una interpretación magnética de un hombre destruido por dentro por la peor tragedia imaginable y que debe sacar fuerzas de donde no hay para hacerse cargo de su sobrino en Manchester frente al mar, ganó el premio al mejor actor. Isabelle Huppert, protagonista de la francesa Elle (premiada como mejor película extranjera), se impuso como mejor actriz frente a las estrellas norteamericanas Natalie Portman (Jackie), Amy Adams (La Llegada) o la muy celebrada Ruth Negga en Loving.

En las categorías de televisión, Atlanta, la serie de Donald Glover, es la mejor serie del año en opinión de estos premios en el apartado de musical o comedia. The Crown, la historia de una joven reina Isabel de Inglaterra, es el mejor drama. Los ganadores vienen a confirmar el gusto de la Asociación de la Prensa Extranjera por premiar siempre que puede talento nuevo en vez de homenajear repetidamente a la opción más conservadora, como suelen hacer los Emmy. Los Globos disfrutan tocando con su varita series nuevas que, en general, merece la pena conocer, en vez de premiar todos los años a Veep o a Juego de Tronos, que por supuesto estaban nominadas. Atlanta y The Crown entra en la categoría de las series descubiertas por los Globos para el gran público.

Lo mismo sucede con los actores de televisión. Claire Foy, la protagonista de The Crown, recogió el premio a mejor actriz en drama de televisión. Lo mismo puede decirse de la victoria de Tracee Ellis Ross por su papel Black-ish, nominada por primera vez. En la sala estaba Julia Louis-Dreyfus, nada menos, leyenda de la televisión. Y otro buen ejemplo de esta tendencia es que Donald Glover, creador de Atlanta, se impusiera a Jeffrey Tambor, el alma de Transparent, o a Gael García Bernal, que volvía a estar nominado por su director de orquesta de Mozart in the jungle.

El presentador del Tonight Show, Jimmy Fallon, condujo la ceremonia, pero nada más. Dio la impresión de abdicar del trabajo de entretener al público de vez en cuando. La ceremonia fue pesada, o al menos carente de tensión, para lo que nos tenían acostumbrados Ricky Gervais, que tenía a todo el mundo en vilo, y las geniales Tina Fey y Amy Poehler, cuya profesionalidad aún no ha encontrado reemplazo, ni aquí ni en los Oscar. Fallon firmó una ceremonia sin brillo, donde el mejor chiste lo hicieron Kirsten Wiig y Steve Carrell contando sus traumas con películas animadas de Disney. 

El momento de enorme tensión política e incertidumbre que vive Estados Unidos tras la victoria de Donald Trump en las elecciones tuvo su sitio. Fallon quedó muy corto en sus chistes y tuvo que ser Hugh Laurie, premio por la miniserie The night manager, el que diera con el tono exacto: “Este es uno de los últimos Globos de Oro”, dijo al dar las gracias, ya que “Hollywood, prensa y extranjeros” son tres conceptos que tienen poco futuro a partir del 20 de enero. “Incluso el concepto de asociación para algunos republicanos” es peligroso. Laurie aceptó el premio “en nombre de todos los billonarios psicópatas del mundo”.

Pero el momento más emocionante de la noche en ese sentido fue el premio honorífico Cecil B. De Mille a la que es probablemente la mejor actriz viva, Meryl Streep. Si la voz afónica que tenía al recoger el premio era un truco de actriz, realmente consiguió encoger el corazón de los presentes. “Hollywood, prensa y extranjeros, las tres cosas más odiadas ahora mismo”, repitió.

Entonces empezó a relatar cómo la interpretación que más le ha impactado este año, “no por buena”, fue cuando Donald Trump se burló delante de miles de personas en un mitin de un periodista discapacitado, uno de esos momentos de la campaña en los que no se podía creer que pudiera salir indemne. "No me lo puedo quitar de la cabeza", dijo. "La falta de respeto invita a la falta de respeto, la violencia invita a la violencia. Cuando los poderosos utilizan su posición para atropellar a otros todos perdemos".

De los Globos de Oro de este año no sale ninguna película destacada que no sea La La Land. Hasta las nominaciones de los Oscar, el próximo día 24, no hay más ganador en Hollywood que el propio Hollywood, idealizado por Chazelle, Gosling y Stone.

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