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El cine de terror se viste de luto. Wes Craven, creador de Freddy Krueger y de la saga «Scream», ha fallecido este domingo en Los Ángeles a los 76 años, tras una larga batalla contra un cáncer cerebral que le tuvo apartado del espectáculo durante los últimos tres años.

Principal culpable de las pesadillas de los 80 y los 90, todo habría sido diferente si Craven se hubiera dedicado a la Filosofía y Psicología que estudió en la universidad. Las facultades de la John Hopkins fueron escenario de algunas de sus clases antes de que diera el salto a lo que realmente le gustaba a Wes Craven. El cine y el terror.

Comenzó su carrera como director en los 70, con pocos medios y escenas demasiado explícitas, controvertidas para la época, que le valieron la fama de director morboso y truculento. Su primer filme fue pornográfico y lo realizó bajo el seudónimo de «Abe Snake», antes de encaminarse hacia su futuro prometedor.

Craven consideraba que el guion era un punto muy importante para que una película de terror triunfase y por eso se se encargaba él mismo del proyecto. En 1972 vio la luz «La última casa a la izquierda», con multitud de escenas violentas que hicieron que fuese prohibida en varios países.

La fama le persiguió hasta el punto de que algunos estudios rechazaron su proyecto de «Pesadilla en Elm Street». El director ya llevaba seis títulos filmados por aquel entonces pero los productores consideraban demasiado surrealista el mundo de Freddy Krueger. Por suerte para el mundo del cine, New Line Cinema se atrevió y consiguió que fuera todo un éxito. Tal que Freddy Krueger se convirtió en el gran icono del cine de terror del que se han continuado haciendo películas, series y videojuegos. En todos ellos tuvo un papel importante Craven, aunque solo estuvo tras la cámara en la primera.

No contento con el gran éxito que supuso la saga, en la década de los 90 se atrevió con otra aún más taquillera -logró superar los 100 millones de dólares en Estados Unidos-. «Scream: Vigila quién llama» hizo que los espectadores sintieran pánico cuando sonaba el teléfono. Entre cuchillos y sobresaltos, uno de los asesinos más torpes de la historia del cine se hacía un hueco con cuatro películas que situaron de nuevo a Craven como foco de las pesadillas.

Pero no todo fue miedo. En 1999, en los recesos que le daba «Scream», se atrevió a dirigir a Meryl Streep en el drama «Música del corazón» por el que la nominaron al Oscar a la mejor actriz. La Academia no le concedió la estatuilla, como tampoco lo hizo nunca con Craven, aunque sí recibió los honores de los festivales de cine de terror en 2012, en Nueva York, con el premio a toda una vida.

Sus últimas aportaciones fueron «La maldición», con Christina Ricci, y «Vuelo nocturno», con Rachel McAdams, antes de participar en «Paris, je t'aime» y apagar la cámara con «Scream 4».

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