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Con una interpretación brillante, Cillian Murphy firma Peaky Blinders, una nueva serie británica con tintes dramáticos, históricos y criminales que presenta a una familia gángster que opera en Birmingham, Inglaterra, durante las secuelas de la Primera Guerra Mundial.

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Thomas Shelby tiene más vidas que un gato. Justo cuando está a punto de recibir una bala en la cabeza y ser enterrado en un campo yermo, Brummie (el sicario que nos ponía el bello de punta) le concede un indulto tardío con la promesa de que el Sr. Churchill "se pondrá en contacto con él". Y es que, sin duda, el escritor Stephen Knight sabe cómo mantener a la audiencia en tensión hasta el último momento. Ver al gitano más ambicioso de Birmingham en una constante cuerda floja se ha convertido en nuestra tortura favorita, y es un alivio bendito verlo salir airoso en cada episodio de Peaky Blinders. Ahora Tommy se va a casar. ¿Quién hubiera pensado que el don de la mafia contemplaba no envejecer en solitario ? Esta idea no desagrada al gran público ávido de historias románticas. Sin embargo, temen que la trama mengüe en acción, volviéndose demasiado sensiblera.

Sin cuchilla, nos quitamos el sombrero para alabar la magna interpretación de Cillian Murphy, el show es suyo. Su mirada ojerosa nos recuerda al Michael Corleone de Al Pacino, eso sí, con exclusión de la tercera de la trilogía. El otro gran momento del último episodio emitido de Peaky Blinders es la venganza de Polly contra el lujurioso Campbell. La matriarca del clan nos ha dejado claro que si nos metemos en el camino de un Shelby, debemos atenernos a las consecuencias. Un final brillante para una serie espectacular, una de las mejores ficciones criminales de la historia, podríamos decir. Si tuviéramos que buscar un punto negativo en ella sería la criticada aparición de Tom Hardy como Alfie Solomons, que no ha cumplido con las expectativas. Un menoscabo que se ha salvado en el último capítulo emitido. En la magnifica escena de la negociación Thommy-Alfie, con una granada de mano como protagonista, sentimos la magia de Christopher Nolan que la audiencia esperaba con ansia.

Estamos, de hecho, ante la receta de oro : un fuerte elenco con interpretaciones magistrales, altos valores de producción y un guión sobresaliente ambientado con la música e iluminación perfecta.Los Shelby, todos y cada uno, están atrapados en un estilo de vida que erosiona su cordura, y mata y mutila a muchas personas. En Birmingham, Londres, o a mitad de camino, se terminará inevitablemente en la muerte a manos de una banda rival. Incluso Ada, la santurrona que da lecciones morales a todo títere que huyó a Londres para escapar de su terrible clan, está pegándose la gran vida con los fondos familiares, protegida por la seguridad de los Peaky Blinders.

El personaje de Anderson, como el tío Arthur adicto a las drogas, ha sido tristemente bueno. Esquelético, muerto en sus ojos, y con una capacidad extraña para extraer la simpatía del espectador a pesar de sus horribles actos. El mayor de los Shelby fue devastada por la Primera Guerra Mundial, y aunque lo hayamos visto apaleando hasta el último aliento a un muchacho inocente, sus remordimientos nos hacen redimirlo. Hubo tantos momentos de esta serie donde Arthur estaba sentado solo, inhalando cocaína y echándose hacia atrás con un baso a rebosante de whisky, que se hizo difícil saber si él creía que la Primera realmente había terminado.

Siguiendo con el tema de los "fantasmas de la guerra", la aparición de Charlotte Riley como una aristócrata entrenadora de caballos de carreras y viuda de guerra, proporcionó el sentimiento perdido de Thommy Shelby. Este, por su parte, estaba siendo perseguido por el fantasma de Grace. Tommy se estaba de nuevo enamorando, con la ventaja añadida de que era correspondido. Irónicamente, la recién estrenada "novia" le ofreció un amor verdadero, así como la sólida oportunidad de escapar de la criminalidad y su probable muerte. En el cliffhanger habitual del último episodio, Tommy anunció que iba a casarse. Damos por hecho que Grace será elegida. Pero como decía Jason Statham en Lock and Stock, "de los gitanos solo sé que nunca te puedes fiar de ellos". Por esto - y un millón de motivos más - necesitamos una tercera temporada de Peaky Blinders.

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